Ni Bob Dylan, ni Bruce Springsteen: para mí, el más poronga siempre fue Neil Young.
Y este disco, de 1989, me da la razón.
La tapa ya te adelanta algo, mostrándonos a nuestro Crazy Horse en estado natural. La guitarra a cuestas, la armónica oxidada, la pose aguerrida, la mirada desafiante y la actitud salvaje. Un Neil Young en carne viva.
Freedom nos presenta a un Young classic, que lo traía de vuelta (a las grandes ligas, al sello Reprise), después de varios álbumes pedorros para la discográfica Geffen (como el electrónico e incomprendido Trans, de 1982).
El disco combina todas sus facetas y le hace honor a su leyenda. Tiene acusticazos clásicos, como "Rockin' in the free world" (el CD abre con una versión unplugged en vivo y cierra con la otra más power que todos conocemos), "Crime in the city" o "Hangin' on a limb", hasta explosiones proto-grunges como "No More", "Don't cry" o "Eldorado" (¡Arranca con castañuelas españolas!), que influirían tanto a Nirvana como a Pearl Jam.... ¡Y hasta a La Renga!
El propio Kurt Cobain terminó citando al vaquero canadiense ("Hey, hey, My, My") en su carta de suicidio de 1994: “Es mejor quemarse que consumirse lentamente”. Y después gatilló.
Bang!
- Rockin' in the Free World (acoustic)
- Crime in the City
- Don't Cry
- Hangin' on a Limb
- Eldorado
- The Ways of Love
- Someday
- On Broadway
- Wrecking Ball
- No More
- Too Far Gone
- Rockin' in the Free World
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